Caperucito Rojo




A continuación os presentamos el cuento de "Caperucito Rojo". Recibe este nombre porque fue realizado para trabajar la coeducación en educación infantil. Es por eso mismo, que el sexo de los personajes está invertido para hacer un guiño a los diferentes roles que se representan en el cuento. Siempre se ha visto a Caperucita Roja y a la abuelita como las indefensas y despistadas en esta historia, que son engañdas y comidas por un lobo fuerte y feroz y rescatadas por un leñador. Como se puede destacar, el rol indefenso es el de la mujer y el rol fuerte es el del hombre. Por lo tanto, a través de este cuento se trabaja la coeducación sin discriminación por razón de sexo y que abarca toda la riqueza de la duplicidad de los sexos. Es una nueva forma de acoger y valorar las relaciones entre sexos diferentes en el contexto sociocultural actual, y de acercar a los niñxs hacia el realismo.

(El cuento está redactado en formato guión porque después fue llevado a representación)

Narrador: Había una vez una adorable niño que era muy querido por su abuelito. Una vez le regaló una pequeña caperuza de un color rojo, y como lo llevaba siempre , le empezaron a llamar Caperucito Rojo.

Madre:  Ven, Caperucito Rojo, aquí tengo un pastel y una bote de miel, llévaselos en esta cesta a tu abuelito que está enfermo y esto le ayudará. No te apartes de la ruta, que es peligroso. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días, abuelito”.
Caperucito Rojo: Vale, mamá.
Narrador: El abuelito vivía en el bosque, muy lejos de su casa. Caperucito Rojo entró en el bosque, cuando se encontró con un loba.
Loba: “Buenos días, Caperucito Rojo”
Caperucito Rojo: “Buenos días, amable loba.”
Loba: “¿Dónde vas tan temprano, Caperucito Rojo?”
Caperucito Rojo:  “A casa de mi abuelito.”
Loba: “¿Y qué llevas en esa cesta?”
Caperucito Rojo: “Pastel y miel.
Loba: “¿Y dónde vive tu abuelito, Caperucito Rojo?”
Caperucito Rojo: Continuando por la orilla del río, cuando llegas a un puente
Loba (A sí misma): “¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito  y será más sabroso que ese viejo.
Loba: “Mira Caperucito Rojo, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas?
Caperucito Rojo: ¡Buena idea! Supongo que podría llevar una de esas bellas flores a mi abuelito. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito.
Narrador: Y así, él se salió del camino y se fue a cortar flores. Mientras tanto la loba aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa del abuelito y tocó a la puerta.
Abuelito: ¿Quién es?
Loba: Caperucito Rojo, traigo pastel y miel. Ábreme, por favor.
Abuelito: Pasa está abierto, yo estoy muy débil y no me puedo levantar.
Narrador: La loba abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue directo a la cama del abuelo y de un bocado se lo tragó. Y enseguida se puso su ropa, se metió en la cama y cerró las cortinas.
Narrador: Mientras tanto, Caperucito Rojo se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más y se puso en camino hacia casa del abuelito. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí mismo:
Caperucito Rojo: (pensando): ¡Oh Dios! que incómodo me siento hoy. Otras veces que me ha gustado tanto estar con el abuelito.
Caperucito Rojo: ¡Buenos días!; ¿Abuelito?; ¡Oh, abuelito! qué orejas tan grandes que tienes.
Loba: Es para oírte mejor
Caperucito Rojo: Pero abuelito, qué ojos tan grandes que tienes.
Loba: Son para verte mejor.
Caperucito Rojo: Pero abuelito, qué brazos tan grandes que tienes.”
Loba: Para abrazarte mejor.
Caperucito Rojo: Y qué boca tan grande que tienes.
Loba: ¡Para comerte mejor!.
Narrador: No había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucito Rojo.
Narrador: Entonces el loba decidió echarse la siesta y se volvió a tumbar en la cama, y una vez dormida empezó a roncar fuertemente. Una leñadora que por allí pasaba, escuchó los fuertes ronquidos.
Leñadora: ¡Cómo ronca ese abuelito! Voy a ver si necesita algo de ayuda; (de pronto, descubre que no es el abuelito) ¡Así que te encuentro aquí!, ¡Hacía tiempo que te buscaba, loba feroz!”
Narrador: Con el hacha empezó a cortar el vientre de la loba durmiente. En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y el pequeño Caperucito Rojo salió rapidísimo.
Caperucito Rojo: ¡Qué asustado que estaba, qué oscuro que está ahí dentro de la loba!.
Narrador: Enseguida salió también el abuelito y rápidamente, Caperucito Rojo trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre de la loba. Y cuando la loba despertó, quiso correr e irse lejos, pero pesaban tanto las piedras que no pudo huir.
Las tres personas se sintieron felices y se comieron el pastel y la miel que Caperucito Rojo le había llevado a su abuelito.
Caperucito Rojo pensó: “No me volveré a desviar de mi camino, y haré caso a lo que me diga mi madre”.

Firmado: Las Monstruas.

Comentarios

  1. Gracias por compartir esta versión del cuento en que el protagonista es Caperucito. Os enseñaré en clase dibujos de niños en que al pedirles que dibujen una escena del cuento se dibujan a sí mismos como Caperucitos y lo hacen de forma espontánea, sin pedirles ex profeso que lo hagan. Lo hacen porque se identifican con la protagonista del cuento

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  2. Por cierto es importante lo mismo que dije para el texto de Bettelheim saber el autor y de dónde está sacado

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  3. El cuento está manipulado, es la madre la que en el cuento original manda a Caperucita, y es a la madre a la que al final dice que hará caso, por tanto al invertir géneros será el padre el que mande a Caperucito y al padre al que peometerá hacerle caso.

    También al final del cuento la malvada loba debería morir ahogada.

    Sería también un buen detalle un dibujo de la fuerte leñadora que se enfrenta a la malvada loba vestida con su tradicional camisa de cuadritos de leñadora, enseñaría a los niños de preescolar a distinguirlas desde pequeños, por si alguna loba feroz quiere comérselos de mayores.

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